Un buen regalo de Navidad

Meigo creó un perfil falso en la red, con foto y demás; Carlos Andrés Laya, catorce años de edad, bla bla bla, gustos musicales y demás aficiones propias de un adolescente promedio. Poco a poco fue captándolos, metiéndoles ideas en la cabeza y organizando el rollo.

La iglesia de Pozonda quedó echa cenizas. Era una iglesia pequeña pero emblemática por haber sido patrimonio nacional. En la quema participaron entre veinticinco y treinta, el mayor tenía apenas dieciséis. Se comenta que, posterior a la trasmisión de la noticia, hubo intentos, brotes, indicios de otras posibles quemas. Nadie sabe lo que pudo pasar si la policía no hubiese rodeado capillas, galpones, salones, huecos y otros centros de congregación religiosa.

Se dice que en Chirada solo pudieron quemar menos de la mitad de la estructura, pero al sacerdote lo encontraron desnudo y amarrado a una cruz de palo. Por poco se les muere asfixiado por el humo.

Casi todos cayeron presos, solo se salvaron cinco de Pozonda que escaparon monte adentro. Meigo hábilmente cerró a tiempo toda posibilidad de ser rastreado, pero decía estar seguro de que no pararían hasta encontrarlo y que el gobierno, al menos debía saber que, el supuesto Carlos Andrés Laya siempre operó desde Atahualpa.

Entre la paranoia y el peso de conciencia por los muchachos presos y de seguro torturados, la cabeza la tenía a punto de explotar. Apenas dormía, comía poco y volvió al vicio asesino. –Esto no lo aguanto más – Dijo un día – Acabaré con esto…pero lo haré con estilo – y hasta fue capaz de calmarse y planificar la jugada tranquilamente.

-Trina, por favor, deja de llorar, ya te dije que no hay vuelta atrás. En nuestra relación jamás hubo presión de ningún tipo. Esta vez no debe ser la excepción, lo superarás, créeme que lo vas a superar, eres inteligente, bella…eres joven…pero si sigues llorando te vas a poner vieja y fea. Dame la cámara.

-¿Quién va a grabar?

-Un compañero de la movida

-¿El antropólogo?

-El hijo del antropólogo, el hombre es todo un cineasta, he visto su material y me ha convencido…Deja de llorar por favor.

-No me presiones- dice la mujer entre sollozos – Ya dejaré de llorar en algún momento.

A las ocho de la mañana del día siguiente, el hijo del antropólogo y Meigo trajeado de San Nicolás, entraron al excelentísimo colegio “La Asunción de la Virgen”; Nido del opus dei de Atahualpa. Caminando hacia el despacho del padre Mejías, dialogaban:

-Muchacho, quiero que filmes mi interacción con el director. Últimamente nos saludamos muy efusivamente.

-Entendido- dijo el chico mientras observaba con interés la arquitectura del edificio – Bauhaus con pequeñísimos toques de barroco tardío…interesante.

-¿Interesante?… Este lugar es una fábrica de monstruos- y agregó en un tono lacónico -paladines del progreso de la nación. Definitivamente – El compañero hizo un gesto de acidez estomacal y ambos rieron.

Pero… ¿Cómo logró Meigo ser contratado de San Nicolás para el día de navidad, justo allí en el excelentísimo colegio “La Asunción de la Virgen”? Veamos:

Nuestro querido amigo fue, hace tiempo, un destacado estudiante de tan renombrada institución. Eso explica tan desgarrada blasfemia y el perfil psicológico vasto en tuercas y tornillos desajustados. Pero bueno, vamos al punto; Días atrás nuestro personaje apareció bien vestido y peinado en la entrada del colegio:

-Buenos días, soy Franco Escobar, promoción del noventa y seis. Vengo a hablar con el padre Mejías.

-Deme un segundo. Consultaré- Dijo el guardia mientras marcaba el teléfono.

-Dígale que lo busca Meigo

-¿Perdón?

-Que lo busca Meigo. Meigo Escobar.

Cinco minutos más tarde el exalumno destacado estaba sentado en el despacho del padre Mejías.

-Hoy mi dios ha despertado en gracia y ha enviado a un ángel de su primer anillo de seguridad.

-Padre Mejías.

-Franco Javier Escobar Ríos, hijo mío, bienvenido a casa. Toma asiento ¿Café o jugo de naranja?

-Ambos mi estimado padre. Permítame decirle que luce usted como un roble y sigue tan apuesto como cuando enseñaba matemáticas.

-No sigas muchacho que me pongo al rojo vivo.

-Precisamente, he venido a contarle que anoche soñé con usted.

-¡Oh vamos! ¿Qué dices? Adelante, anda, cuéntame ¿Qué esperas?

-¿Está seguro de que quiere escuchar la historia, padre?

-Pues claro que quiero, anda, cuéntame que me muero de intriga

-Caminaba por la selva padre mío y, me sentía solitario, perdido…Luego sentí el sonido de una cascada. Caminé y allí estaba usted…

-Pero ¿Por qué te detienes? Continúa Franco, por favor.

-Usted estaba desnudo tomando un baño y me pidió que lo azotara Padre mío – La cara del director del colegio se encendió de lujuria – y cuando iba yo a darle el primer azote me desperté ¿Puede usted creerlo?

-Déjame adivinar. Has venido a azotarme en persona.

-Solo si usted lo permite.

No era la primera vez que para conseguir algo, Meigo concedía favores sexuales a gente poderosa. Entre penetrar o ser penetrado no había gran diferencia. Esta ligera moral sexual era típica en muchos de los egresados del colegio.

-Y dios sabe que esta navidad me encantaría hacer de Santa Claus para los niños del colegio; mi segunda casa, el lugar donde aprendí a ser de trabajo y ciencia.

-Mi querido Meigo, estas contratado.

Llegó el día. Aquella radiante mañana de navidad, Meigo sudaba dentro del impecable traje de San Nicolás. No muy lejos el hijo del antropólogo hacía un plano cerrado del enorme reloj ubicado en lo alto del patio principal y abría el zoom lentamente mostrando la totalidad del recinto, donde inútiles y ostentosos juguetes llenaron manos suaves y torpes de engendros infantiles.

Era el día de las sonrisas contraídas en somas de vida muerta. La hora de las hallacas saladas y demás bollerías desapareciendo dentro de los cuerpos pre diabéticos. Cada cual guardaría el recuerdo de haberse sentado en las piernas de Santa Claus y haber recibido el regalo deseado…y todo ocurriendo allí, en el mismo sitio donde a Meigo, veinte años atrás ya le habían quitado las ganas de vivir. Había razones de sobra para dejar una repugnante cicatriz en el regordete y pálido rostro del colegio más importante de la aristocracia industrial y financiera de Atahualpa. Esto sí que sería un buen regalo de navidad.

-Es hora muchacho sígueme.

Para evitar llamar la atención y neutralizar posibles sospechas, tomaron una vereda que conducía al área administrativa. Subieron al primer piso y entraron por un pequeño pasillo que daba a una ventana, frente a la que había un árbol que bloqueaba la vista al área deportiva. Pasaron de la ventana al árbol y bajaron sin dificultad. Meigo miró el reloj.

-Tenemos exactamente veinte minutos antes de que seguridad haga la ronda. ¿Qué hay del material?

-No hay desperdicio- Dijo el hijo del antropólogo con cierta tristeza. Siempre había guardado hacia Meigo cierto cariño y admiración. Pensó en comentárselo pero calló.

-Lo importante es que quede evidencia irrefutable de que todo sucedió dentro del colegio – Le advirtió mientras le ponía en las manos un grueso fajo de billetes.

-Ya lo he comprendido, te puedes ir tranquilo.

Atravesaban un despejado y hermoso campo de futbol desde donde se apreciaba una panorámica total de la ciudad cuando el muchacho se detuvo bruscamente e interpeló a Meigo:

-Pienso que no debes hacerlo

-Pero ¿Qué dices?- Respondió Meigo reanudando la marcha – Vamos que se hace tarde.

-Meigo. Un momento, detente.

-No es hora de detenernos, no aquí en medio del campo de futbol, supongo que puedes hablar y caminar.

-No quiero, detente, escúchame.

-¿Qué te pasa?

-Vámonos a la selva, allí viviremos felices con la gente de la movida. Nos iremos y no volveremos jamás

-Tu no entiendes nada muchacho, te acordarás de mí, de aquí saldrán los que irán a la selva a masacrarlos a todos

-Espera un momento, toma el dinero. No me interesa, me largo.

-Un momento muchacho, un momento- dijo el hombre devolviéndose rápidamente –Veo que no tienes idea de todo lo que he tenido que tragar antes de llegar a este punto.

-Hermano, vamos a la selva con Medusa y los demás.

– ¡Que no muchacho! – exclamó, mirándole con aquellos ojos inundados de una angustia de siglos. Luego giró y siguió – Vete y quédate con el dinero.

-Si cambias de opinión estaré acá esperándote.

El muchacho salió del campo, se sentó bajo la sombra de un árbol y vio a Meigo desaparecer tras la puerta del baño. La jeringa fue llenada, el brazo fue ajustado con el cinturón y la vena brotada recibió el puyazo asesino. El caldo tibio entró al cuerpo y veinte segundos después, el rostro verde sapo, los ojos agitados como queriendo saltar al aire y luego muy quietos y desencajados.

Afuera, una ráfaga de viento estremeció el follaje  haciendo caer una decena de hojas. Luego todo quedó inmóvil y un tronco seco cayó con fuerza al suelo. El hijo del antropólogo se puso de pie, camino hasta el baño y allí estaba San Nicolás muerto. Por una de las comisuras de la boca le colgaba una babilla verde.

El lente de la cámara cerró el zoom en la inyectadora que brillaba sobre el suelo, subió lentamente por el brazo, se detuvo en el rostro y contó hasta cinco antes de culminar el recorrido en el gorro y abrirse muy lentamente hasta mostrar la tragedia a cuerpo completo.

El chico salió del colegio sin problemas, tomó un autobús al centro y alquiló una habitación cancerosa en el hotel Acuario. Al entrar a la pieza vomitó profusamente, revisó la grabación y pensó << Ni siquiera necesita edición, es una lástima que no pueda poner créditos >>. De inmediato encendió el ordenador, introdujo los datos que le dio Meigo y reactivó la antigua cuenta de Carlos Andrés Laya.

“San Nicolás murió de sobredosis en Atahualpa” era quizá un nombre largo para una pieza que prometía ser viral, pero no había tiempo para pensar en el título perfecto, así que le dio al botón y subió el material a la red. En pocas horas el morbo del público hizo el resto. Esa tarde el hijo del antropólogo partió a la selva y no regresó nunca más.

Ramón Ramón

Rebeca

El planeta se ha convertido en un barrio peligroso, el aire está lleno de navajas. Toda el agua ya fue envenenada, todo fue robado una y otra vez. El humo de nuevos incendios llega a mi ventana, el olor a plástico quemado me hace decir cosas locas,  y en el viento, flotan como aves los pensamientos que brotan de tu piel morena, tu piel agitada por el caos, inexplicable haciéndose poema de vuelo raso sobre las madrugadas podridas del deseo de verte, vuelo vago sobre el rancio anhelo de sentir nuevamente el destello drástico de tus ojos, tu voz exageradamente real crudamente real. Tu voz de mediodías tropicales y emociones ardientes.

De tu cuerpo de fuego nace un amor azul que desentraña conjuros milenarios. Cada día, a las seis de la mañana, habrás de reunir en purificados ríos, todas las gotas de rocío que mojaran los labios secos de miedo.

He de inundarme en tu resplandor usando piedras, hierbas, carne viva y aliento. Canturrear algo dulce mientras muelo y mezclo. Canturrear algo dulce mientras quemo. Canturrear a punto de caramelo y  soplarte un verso biónico orgònico cósmico esplendido, como un gato hambriento saltando sobre tu cuello.

Ramón Ramón

Rebelde Majayülü

A ella le gusta darse y darse. En los árboles, en la hierba, en el rio. Haciendo esto o aquello siempre consigue el momento para acalorarse hiperoxigenarse enrollarse y desenrollarse culebra de exagerados colores habidos y por haber, que estallan cual delta del Orinoco en el medio de sus piernas. Luego, duerme tranquila y abiertooooota.

 ¿Quién iba a creerlo? ¿Quién iba pensar que la vaina era dejarla quieta? ¿Quién puede negar que montaña y llano azulreverdecen como nunca?

¿Sus amantes? Son suicidas de mil rencarnaciones en defensa del gemir visceral de todas y cada una de las células de aquel cuerpo vibrante. Los vi arrancando con sus propias manos tráqueas de gargantas que pretendieron acusarla de obscena, morder y cercenar dedos que pretendieron señalarla, quemar diccionarios de lenguas que pudieron nombrarla y significarla. Los vi amarla en silencio con los ojos cerrados, sonriendo con ternura de recién nacidos. Viven y vivirán por siempre en un conuco de un lugar negado a las cuatro esquinas de una mente escolarizada y balurda. En la húmeda región de las múltiples curvas y el suelo aguado.

Ramón Ramón

Soluciones Poderosas

Sobre como el poder crece y se extiende a partir de los desequilibrios que el mismo produce

El poder se expresa en hechos materiales y culturales cuyo objetivo común es satisfacer las necesidades creadas por el mismo poder, y paralelamente, mantenerlo y reproducirlo de forma permanente para perpetuarse en el tiempo. Este desarrollo concreto de iniciativas, soluciones, acciones y planes de desarrollo, al estar motivadas por fines ajenos a la naturaleza y muchas veces diametralmente opuestos a ella, producen profundos daños en las distintas formas de vida, incluyendo por su puesto la vida humana. En repuesta a estos daños, el poder dentro de su lógica, su entender y su lenguaje, abre nuevas lineas de acción con la intención de instrumentar soluciones, que terminan por introducir nuevas alteraciones a las partes sanas del ámbito orgánico. Es como pretender desinfectar una herida lavándola con agua infectada.

En el plano inmaterial, el poder crea y reproduce un contexto cultural con herramientas hechas a su medida; modos de pensar, lenguaje para comunicar, vocabularios para nominar y conceptualizar, religiones para hipnotizar, tradiciones folclóricas, ciencia, educación, filosofía, música, literatura, artes plásticas, teatro y cine. Esta subjetividad, es implantada en la casi totalidad de los seres humanos que nacen y crecen dentro de las sociedades basadas en el poder, y en consecuencia, estos la reproducen de manera inconsciente. Por lo tanto, a la hora de plantear la solución a un problema que es consecuencia del poder, el planteamiento tiene una fuerte tendencia a ser pensado, diseñado, definido y creado, en términos que bajo ninguna circunstancia, atacan el núcleo central de su causa, por el simple hecho de que su causa esta en el poder mismo. La consecuencia, es que la solución termina siendo una ramificación del poder, y aunque exista posibilidad de que puntualmente tenga la capacidad de subsanar un entuerto, su cualidad poderosa generará otros problemas que pondrán en movimiento un nuevo ciclo del tragicómico circulo vicioso, donde el poder produce un problema que motiva a la generación de una solución dentro del esquema del poder y esta solución un nuevo problema y una nueva solución dentro del esquema del poder hasta que la sociedad poderosa llega a un nivel de atrofia y confusión de niveles estratosféricos.

A modo de comprender el tragicómico circulo vicioso del poder cuando instrumenta una solución a un problema creado por su lógica, pondré un ejemplo, pero antes, es preciso subrayar que una característica constante del poder es que su esencia es antinatural y sus acciones tienen una alta probabilidad de provocar consecuencias dañinas a la naturaleza. Veamos:

Con el industrialismo (fruto del poder), en miras de optimizar la producción, era necesario que las fábricas y las viviendas de los esclavos estuviesen dentro de un mismo ámbito territorial, apenas separadas por una distancia cercana. Lo suficiente para que cada día, el esclavo viniese temprano a la jornada y regresase a casa en corto tiempo, para descansar y reponer las energías que la fabrica absorbería el día siguiente. Fue así como surgieron las ciudades modernas que hoy habitamos.

Con la aglomeración de grandes cantidades de personas en un mismo lugar, se hace extraordinariamente necesaria la construcción de un sistema de desechos para el traslado de las eses fecales y los residuos químicos de la fábrica, hacia afuera de la ciudad. Esta necesidad fue resuelta con el diseño y construcción de los sistemas de aguas negras. El concepto básico era canalizar el agua mediante redes de tuberías que atravesaran la ciudad y arrastraran la mierda hacia los ríos. Así se hizo.

Una vez resuelta la necesidad de sacar los desechos industriales y las evacuaciones corporales del ámbito territorial urbano, surge el problema del río contaminado, dando paso a un nuevo problema: el agua no es apta para consumo humano en las poblaciones que están río abajo. La solución fue crear una planta de tratamiento donde el agua es sometida a un lavado químico para hacerla menos dañina. El resultado es agua sin bacterias, gérmenes, virus y parásitos, pero con grandes cantidades de cloro y otras sustancias químicas provenientes del desecho industrial. Agua tratada, que al ser ingerida o puesta en contacto con la piel, produce serias afectaciones en la salud integral. El daño incluye disminución de las defensas y la capacidad de concentración mental, por solo nombrar un par de ellos.

Sin embargo, lo más importante, es entender que el prejuicio causado al cuerpo, devino en enfermedades que motivaron nuevamente la búsqueda de soluciones. El resultado fue la creación de una fábrica de medicamentos (cuyos residuos químicos también van al río), ¿y que decir de las píldoras? No mucho, la medicina fabricada ataca de forma eficaz los síntomas pero nunca la raíz del problema. Adicionalmente, el medicamento deja secuelas que producen nuevas enfermedades y nuevas lineas de fabricación, venta y acumulación económica (acumulación de poder.)

Amigo lector, no pierda de vista el meollo del asunto. Pregúntese porqué el fármaco fabricado no ataca la raíz de la enfermedad. Veamos.

La raíz de la enfermedad escapa al ámbito farmacológico. La raíz se hunde en el pantano maloliente de la ciudad industrial; el sistema de cañerías, la planta de tratamiento de aguas, los efectos del cloro en el cuerpo humano, el aumento de las enfermedades causadas por debilitamiento del sistema inmunológico, y la idea fabulosa de montar una fábrica de medicamentos, bajo una estructura organizativa piramidal, en otras palabras, un nuevo núcleo de poder económico, que se alimenta fundamentalmente del dinero de los enfermos creados por el poder.

Ramón Ramón.

No hay punto cayó el sistema

No hay punto, cayó el sistema. Sentado en la orilla de un peñasco, observo el efecto de un piropo basado en tus labios. Un piropo rebuscado, sin duda. no hay punto de referencia alguno, al fondo del abismo yace en pedazos un sistema. Un racimo de cambures detrás de un cristal es una trampa caza bobos.

Sentado sobre un puñado de cables cortados, un joven gordo se acariciaba los genitales con desgano. Cuando me vio pasar me dijo -¿a donde vá negro? Corra libre que no hay punto, se cayo el sistema- lo mismo me dijeron aquellos enamorados veinteañeros, que encima de la matica’e mango reían fervientemente. -¡No son mangos, son mangas negro!- me grito la moza con la boca amarilla. Estaban desnuditos y eran como tres muchachos y dos muchachas.

Cuando veo tus labios, no hay punto de referencia alguno, no hay sistema. Sólo me basta la señal de tus ojos, y eso es un corrientazo que va del corazón a la entrepierna.

No llores mi reina, que un sistema hecho pedazos al fondo de un abismo, es un cielo azul soleado para llenar de arboles, pájaros y niños con bicicleta.

Agarre un racimo de cambures y unos sapotes que crecen solitos a orilla’e rio. Disuélvase en deseo, que en este calorón no hay trapo que valga. La trampa del musiú, arde en candela allá en el pueblo, mientras un puñado de necios buscan el punto caído, sumergidos en una montaña de mierda de águila.

Y a mi, hábleme de amor, que yo de sistema no entiendo nada Yo, para adorarla usted, solo necesito una hamaca a orilla’e río.

Ramón Ramón

El poder es una patología (parte 1)

La espontaneidad es la capacidad o cualidad que posee lo biológico para realizar una acción sin planificación alguna.

Una gota de lluvia cae sobre una hoja y se desliza suavemente hacia el borde, para desprenderse y seguir bajando hacia el suelo, donde al encontrarse con otras gotas formarán una corriente.

Luego, el diminuto riachuelo terminará uniéndose al río, para dirigirse finalmente al mar, sin esfuerzo.

De manera inversa, la espontaneidad de un rizoma busca la luz del sol haciendo crecer la planta hacia arriba, y el olor de una fruta fresca produce en el cuerpo humano una serie de reacciones físicoquímicas que se manifiestan en salivación, deseo y en la realización de un movimiento que tiene como objeto el tomar la fruta y consumirla.

En el comportamiento del mamífero lo espontáneo ocurre por instinto, sin que sea necesario razonar o pensar la acción. De modo que la espontaneidad es en esencia, sentir y actuar. Sentir hambre y comer, sentir cansancio y reposar. Un deseo instintivo que genera un acto para su satisfacción.

El deseo se traduce en incomodidad y genera la acción para resolver la sensación desagradable convirtiéndola en sensación agradable. Un ejemplo sencillo sería la sed: la falta de hidratación produce incomodidad y la acción de ingerir agua produce alivio.

Observemos la naturaleza y comprenderemos que todo acontece paso a paso sin planificación alguna. No existe un ser especial, o un equipo de ingenieros manejando la vida desde una cabina de controles.

La naturaleza simplemente se manifiesta, ocurre, vibra y fluye. Este fenómeno maravilloso se nombra y se define a través de la palabra “espontaneidad”, sinónimo de “naturalidad”. Sobre el origen de todo esto no existe una explicación absoluta, la vida simplemente es.

Dentro del grupo de los mamíferos y su vida social, el caso de los humanos es particularmente interesante: Su enorme capacidad para intervenir el ecosistema, puede avanzar a un punto donde el grado de intervención produce un desequilibrio ecológico.

El desequilibrio por intervención, influye de forma negativa hacia dentro y hacia afuera de la especie humana, toda vez que, de algún modo y según el principio de la unidad del todo, el árbol, el mar y todo cuanto existe es parte inseparable de su cuerpo.

Un cuerpo humano no es algo ajeno a la naturaleza, es simplemente una manifestación y una extensión de está.

La capacidad humana de intervenir el ecosistema es un punto débil de la especie y obviamente, un punto débil de la naturaleza en si misma; el aspecto imperfecto donde, después de cierto límite, aparece la enfermedad ecológica; un asunto aun no resuelto por la evolución.

Esta curiosa patología afecta cada elemento de la totalidad vital universal, pero sus efectos se hacen más perceptibles para los sentidos humanos en los padecimientos de su propia salud y en la contaminación ambiental.

La armoniosa espontaneidad de la naturaleza tiene una imperfección y vale la pena repetirlo: la capacidad humana para intervenir y modificar los procesos biológicos puede llegar a un punto a partir del cual comienza el desarrollo de una enfermedad.

Esta patología es probablemente la más grave, puesto que de ella se generan desequilibrios ecológicos que mutan rápidamente hacia todo el sistema vida. El síntoma categórico es el sufrimiento en sus múltiples manifestaciones, y la pérdida paulatina de la paz y la armonía del ecosistema. El nombre de la enfermedad es PODER.

Es preciso aclarar y subrayar con toda la seriedad del caso, que la denominación PODER, usada para hacer referencia a la enfermedad que se trata de explicar, no pretende ser metafórica, ni mucho menos satírica, veamos:

En las primeras etapas de la prehistoria, la intervención de la naturaleza ha servido para elaborar herramientas usadas para la caza, la pesca, la agricultura, la elaboración de vestidos y la construcción. El descubrimiento del fuego también es producto de esta cualidad.

Es difícil determinar con precisión el punto exacto y en que condiciones objetivas la intervención comienza a convertirse en un problema biológico. Sin embargo, esta muy claro que un fallo en la falta de empatía entre seres humanos y cierto tipo de animales, da origen a las primeras experiencias de dominación de una especie hacia otra.

El control y el dominio de aves de corral y rumiantes, se conoce como domesticación. Es quizá esta la primera aparición del Poder en la categoría de Especismo. Aquí, el sufrimiento sintomático de la enfermedad es padecido por los animales; aves en cautiverio, becerros con acceso restringido a la leche de la vaca o convertidos en bueyes mediante la castración, burros y caballos dominados y reducidos a medios de carga y transporte.

Ramón Ramón

Nosotros

Nosotros no conducto no tuerca no tornillo no rollinera no filtro

nosotros no código no significado

nosotros sentir

nosotros animal

nosotros huir robando maquina

nosotros convertir vieja cosa nueva cosa caer trampa

nosotros recordar nosotros no conducto no tuerca no tornillo no rolinera no fitro

nosotros silencio

nosotros murmura

nosotros no código

nosotros sentir

nosotros camina río

come fruta

come yuka

baila nuevo baile

no baile solo cielo

baile célula baile tierra baile todo

baile río baile yuka baile fruta

baile río baile tuta toto tito

baile serpiente baile chiguire baile mono pajaro perro loco.

flotando mar flotando nube

flotando palmera ceiba araguaney samán

baila nuevo baile.

El poder es una patología (parte 2)

El PODER es una enfermedad, su origen supone una falta de empatía del ser humano hacia otros animales, hacia miembros de su propia especie y una versión patológica de la capacidad para intervenir la naturaleza. El poder es una enfermedad por el simple hecho de que genera sufrimiento permanente en el cuerpo que lo padece.

Es difícil ubicar un origen exacto para este padecimiento. Con el dominio de los animales a través de la cría, la domesticación y la doma, se crearon las condiciones para aprender, experimentar y poner en práctica técnicas para modificar la naturaleza humana. De este modo aparecen, en forma de cultura, la esclavitud, la jerarquía y la autoridad.

El Poder como enfermedad es una prueba irrefutable de la imperfección de la naturaleza. Esta patología es social y en ella, el grado de sufrimiento de los individuos, depende del rol que puedan jugar dentro de las estructuras de mando y obediencia, donde, esencialmente, unos son dominantes y otros como dominados. Sin embargo, vale aclarar que en todos los niveles de la estructura, el sufrimiento y la carencia de los elementos básicos para vivir, son el combustible de la máquina.

Para comprender de forma integral como funciona la patología poder, es preciso prestar mucha atención, ya que su forma de manifestarse es muy dinámica, y el ser humano que la padece, suele desconocerla o no conceptuarla como padecimiento biológico. Esto se debe a que la educación de la sociedad poderosa induce a ver la enfermedad como algo normal.

Todos los enfermos del poder que juegan el rol de dominantes, en primera estancia son dominados por si mismos, allí juegan un papel crucial el miedo a carecer de alimentación, sexo y cualquier otra necesidad real o ficticia. En todo caso, la voluntad de dominar es producto de una intervención biológica realizada y avalada por la cultura de la sociedad enferma de poder.

La intervención comienza con una negación y una dosificación controlada y sistemática de todas las formas de placer pautadas por la naturaleza. Esta deformación empieza con la atrofia de los órganos sexuales femeninos, donde se forma y por cuyas aberturas sale el bebé.

Mediante la represión sexual de la mujer se daña la elasticidad del útero. El objetivo es evitar el parto orgásmico (naturalmente pautado), y hacer que el nacimiento sea un proceso traumático, que va acompañado de una buena dosis de estrés, tanto para la madre como para el recién nacido. Separar al bebe de la madre justo en el momento que sale del vientre, es un momento crucial de la intervención. Veamos:

La descarga de estrés en el bebe al momento de nacer, introduce en el subconsciente, elementos que comenzarán a construir un modo de interpretar la vida como sufrimiento y falta de placer. Esto va acompañado de un daño severo en las redes neuronales que producen empatía, la intención es llevar la sensibilidad social al grado mínimo de expresión.

A lo largo de los primeros tres años de vida, y sobre todo en los primeros meses, el bebé es sometido a situaciones que le producen malestar y llanto prolongado. Se dosifica la atención, reduciéndola al mínimo aceptable para que permanezca con vida. Todo el sufrimiento va generando de manera temprana tensión corporal, rigidez muscular y falta de satisfacción.

Todo el proceso de intervención en la biología del ser humano recién nacido, crea progresivamente las condiciones para matar la capacidad de amar y conducir su energía psíquica, (en la medida en que empieza a constituirse como persona), a comprender que la única manera de lograr reducir a un mínimo el sufrimiento, es obedecer a quienes juegan el papel de dominantes, enfocando a su vez la atención, en aprender a dominar.

Más tarde los castigos, primero en el entorno familiar, luego en la escuela seguirán abriendo el sendero hacia la docilidad. Paulatinamente el lenguaje de la sociedad enferma de poder ira introduciendo en su mente conceptos, ideas y pensamientos que justifiquen el hecho de vivir en la dinámica de dominado o dominante según convenga.

Si todo esto no es suficiente, la amenaza de ser encarcelado o asesinado por el poder, termina por convencer al ser humano de que el daño menos grave es, ser dócil y estar bien adaptado a la sociedad enferma donde nació.

Afortunadamente, la naturaleza tiene una tendencia básica hacia la sanación. Esta fuerza puede manifestarse de muchas formas. La transformación del pensamiento a través del conocimiento y la divulgación de lo comprendido son, en este sentido, al menos una forma de comenzar a a estudiar y comprender al poder desde la perspectiva de una patología y en consecuencia, plantear la cura.

Ramón Ramón